En un mundo en el
que numerosas personas pasan hambre y los recursos son limitados, desde UPA
ARAGON consideramos fundamental incluir en un lugar destacado de la agenda de
nuestros políticos la prevención y reducción de las pérdidas y del desperdicio
de alimentos.
En un lamentable
contexto de disminución de los recursos y en un momento en el que la crisis
económica causa un fuerte aumento de las necesidades, UPA insiste muy
especialmente en que los bancos de alimentos puedan beneficiarse de una máxima
transferencia de productos aún comestibles desde el sector de la distribución y
la restauración. Conviene que difundamos en particular las iniciativas
existentes en algunos Estados miembros en materia fiscal, en términos de
exoneración de responsabilidad para los donantes o incluso de adaptación de
ciertas trabas administrativas para facilitar las donaciones, garantizando al
mismo tiempo la seguridad de los alimentos.
La formación tiene
un papel importante que desempeñar en materia de reducción de desperdicios.
Sería deseable incluir este tema en el plan de estudios y en los cursos de
formación continua de los futuros profesionales de la restauración colectiva y
privada y por supuesto concienciar a nuestros hijos la importancia de reducir
las pérdidas y el desperdicio de alimentos.
Para nosotros la
comunicación directa con los consumidores es obviamente esencial y su
relevancia será el resultado de un análisis exhaustivo de las causas del
desperdicio. Además de una sensibilización general sobre las repercusiones del
fenómeno, se tiene que hacer especial énfasis, entre otras cosas, en la manera
correcta de interpretar las fechas de caducidad de los productos, de planificar
las compras, de almacenar los alimentos y de valorizar los restos de alimentos.
En la fase de la
producción primaria debemos de procurar que las herramientas interprofesionales
por las que la PAC aboga sean eficaces y se desarrollen teniendo en cuenta la
sostenibilidad. Desde nuestro punto de vista se tiene que insistir en las
iniciativas para crear circuitos cortos que puedan desempeñar cierto papel en
la reducción de las pérdidas y del desperdicio.
Desde la crisis
alimentaria de 2008-2009, el asunto de la seguridad alimentaria constituye una
de las principales preocupaciones en la mayoría de los círculos de responsables
políticos y de las organizaciones internacionales. El aumento de los precios de
los cereales y de otros cultivos en 2012 refuerza este interés.
Para poder
abastecer de alimentos a toda la población mundial sigue siendo fundamental que
la producción agrícola sea eficiente.
Pero la necesidad
de aumentar la producción agrícola en un 60 % para alimentar a una
población mundial que rondará los 9 000 millones en 2050, en un contexto
de escasez de recursos y de cambios climáticos, deberá ir acompañada de una
lucha eficaz contra las pérdidas y el desperdicio de alimentos.
Se considera que
las pérdidas y el desperdicio, que afectan en distintos grados a todos los
eslabones de la cadena alimentaria, ascienden globalmente a un tercio del
volumen de alimentos destinado al consumo humano.
En 2011, a raíz de
la crisis económica y financiera, el 24,2 % de la población de la UE, es
decir, 119,6 millones de personas, vivían al límite de la exclusión social,
mientras que el número de beneficiarios del Programa de distribución de
alimentos a las personas más necesitadas de la Unión aumentó de 13 millones en
2008 a 18 millones en 2010. Los bancos de alimentos tienen, pues, necesidades
cada vez más importantes.
Como conclusión
desde UPA hacemos un llamamiento a la responsabilidad de nuestros políticos
para que este tema forme parte de la reflexión estratégica «Europa 2020».